Sin dudas uno de los más grandes y temibles guardianes de los bosques andino patagónicos. Su labor consta en ahuyentar a los leñadores que deforestan y desmontan sin su consentimiento y permiso. Lleva a cabo esta tarea por medio de sus hongos altamente venenosos, los cuales cultiva y cuida él mismo a lo largo del bosque y en algunos pueblos aledaños. Suele meterlos en la canasta de las esposas recolectoras de algún leñador empedernido y abusivo haciendo así que se envenene su futura cena y acabando con él y con quien se haya sentado esa desafortunada noche a cenar. También se dice que engatusa, simpática y amigablemente, a los hijos de estos leñadores para así hacerlos caminar por largas horas hasta que el hambre los sorprenda y de este modo ofrecerles uno de sus hongos acercándoles así una muerte rápida y segura.